lunes, 18 de febrero de 2008

El Porvenir


A los habitantes de El Porvenir,no les queda más remedio que burlarse de su situación. “Sí, este pueblo verdaderamente le hace honor a su nombre... el agua está por venir, la luz está por venir, el alcantarillado está por venir y los médicos también están por venir”, comenta una vecina del lugar.
En este caserío de Puerto Gaitán, a orillas del río Meta y a unas cinco horas de Villavicencio, la esperanza de un futuro mejor hace mucho se esfumó. Quizá se fue con las personas que, hartas de sufrir las amenazas de los grupos al margen de la ley, decidieron buscar un pueblo que, aunque con otro nombre, cumpliera las promesas del que tiene el suyo. “Aquí éramos mucha gente, como 300 personas, y hoy quedamos como 70”, cuenta con pesar uno de los valientes que decidieron quedarse. Las pocas paredes que quedan en pie de lo que fue un próspero negocio son la puerta de entrada al poblado, una muestra de lo que está por venir camino arriba. “Era el estadero de don Hernando Díaz, se llamaba El Navegante, pero lo dejó cuando tuvo que irse. También se fue doña Ana Teotiste Sedano, que perdió todo cuando dejó el almacén Santander. Y doña Josefa Chavizai, quien abandonó sus animales. Y allá en la entrada funcionaba la isla Johnson, que llamábamos así porque vendía motores Johnson y gasolina a los ferry, pero de eso sólo quedan ruinas”, relata otra habitante que tampoco quiso decir su nombre, porque en El Porvenir “es mejor callarse la boca”.
Cuentan que anteriormente este poblado era una inspección de Policía en la que había inspector pero, para entonces, la Policía estaba por venir. Por eso recuerdan 1987 como un año negro por causa de la violencia, en el que muchos huyeron y lo que hasta entonces había sido un embarcadero con mucho movimiento pasó a ser un sitio desolado. Hace cerca de un año llegó por primera vez la Policía, la única promesa cumplida de tantas que en las últimas décadas han escuchado.
“Aquí no hay luz, no hay alumbrado público y en las noches esto parece la boca del lobo. La planta eléctrica se pone día de por medio durante tres horas, porque El Porvenir depende del presupuesto de Puerto Gaitán, y a fin de mes, la situación es crítica”, dice el patrullero Javier Martínez. Tampoco hay agua, pues la motobomba sólo funciona cuando hay luz. A esto se suma la falta de un alcantarillado adecuado, porque las aguas negras se desbordan “y tenemos que caminar entre nuestra propia miseria”, dice un vecino indignado. Está por venir el suero antiofídico, tan necesario por la abundancia de serpientes coral y cuatronarices. También está por venir la telefonía, pues hace mucho que el establecimiento de Telecom dejó de operar. Lo mismo sucede con el profesorado. El alcalde de Puerto Gaitán, Jaime Ballesteros, quiere que los habitantes de El Porvenir continúen teniendo paciencia, porque buenas cosas están por venir: Mientras el milagro ocurre, la gente sigue resignada haciendo el mismo chiste, para que el tedio del desolado lugar no los consuma, de que en El Porvenir todo está por venir.

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